He de reconocer navegantes, que durante mucho tiempo, y aun hoy según con quien me cruce, sufro de una apasionada meritocracia. Tanto me lo he currado, tanto valgo, vamos.

Es cierto que después la vida me ha abarloado con puros talentos, muy indolentes, pero talentos al fin y al cabo……. que son mas flojos que un muelle guita, pero ese no es el tema de hoy, pero si me desarmaría algo ese sentimiento.
Cuando me refiero al mérito, aludo al esfuerzo en educación y en la formación mas allá de los valores personales por supuesto.

Este nuestro sector de la publicidad y la comunicación es bien jodido en ese respecto, nos obliga como buenos profesionales que somos a poner nuestra formación, talento, esfuerzo y valía a lo pies de ciertos mulos con cuadra grande.

No me refiero a la pura relación mercantil entre cliente y agencia, que ya sabemos todos que tiene su cumbres y sus valles, me refiero mas al «téte a téte» donde algunos dientes que no se compran ni ellos , grandes propietarios de parrillas del ikea se dedican a opinar de oficios tan complejos como son diseñadores, publicistas, planners, programadores, periodistas ….todos con formación excelsa que deben aguantar que estos licenciados en el aula de la vida, con su rincón incluido, opinen sin saber, critiquen sin conocimiento o lo que es peor aun, pasen al menosprecio del grupo de profesionales «porque no le saben coger el aire». Cosa harto difícil por otro lado ya que no se saben explicar siquiera.

Son este tipo de clientes lo que cualquier agencia de comunicación y publicidad debería poder huir si sus cuentas anuales se lo permitieran, cosa que pocas veces ocurren y les acabas bailando el agua.

Esos «emprezario profezionale» ignoran el valor de la idea, no saben lo que es transmitir a su ejecutivo de cuentas lo que quieren, quizás, y así lo pienso, esperan después poder criticar desde lo alto de su paella la labor de adivinos que nos obliga a hacer.

Hay casos incluso que, clientes con pedidos en firme, de pronto, dejan de coger el teléfono siquiera para disculparse y decir que ya no lo necesita, que se ha dejado llevar por su impulso de compra o te hacen rendirles pleitesía en intentar que te concedan una audiencia, inútil por otro lado.

Son estos a los que hoy dedico mi piropo, y los mandaría internos todos a Campano, donde les enseñarían educación, respeto a las profesiones y a las personas, porque hay que ser muy maleducado para actuar así.

Menos mal que la vida del comunicador también nos mezclamos con auténticos profesionales de los suyo, la gran mayoría por otra parte, y más aun , excelentes personas que aunque no estén excelsamente educadas o leídas entienden el esfuerzo que implica un trabajo tan bonito como el nuestro. Yo brindo por los clientes, los pasados , presentes y futuros, nuestra razón de ser y trabajar y a los mal educados… que se los coman los tiburones. Seguimos con rumbo nornoroeste.